sábado, 5 de octubre de 2019

Sociedades Anónimas Deportivas y su influencia en el camino hacia un fútbol de mercado en Chile


Sociedades Anónimas Deportivas y su influencia en el camino hacia un fútbol de mercado en Chile

El 5 de mayo de 2005, en Chile, se promulgó en el congreso nacional la ley N° 20.019 que “regula las Sociedades Anónimas Deportivas Profesionales (SADP)”. El proyecto de ley se inició el 23 de julio de 2002, exactamente seis meses después de declarada la injustificada quiebra del club más popular del país, el hasta entonces llamado Club Social y Deportivo Colo Colo. Luego de levantada una solicitud de la empresa factoring Alianza Leasing, por no pago de un monto de 59 millones de pesos, frente a la cual Colo Colo tenía como responder. La magistrada titular del Vigesimosegundo Juzgado Civil de Santiago, Helga Marchant, presionada por el gobierno de aquel entonces -como señaló abiertamente en radio ADN el periodista deportivo Juan Cristóbal Guarello- declaró la quiebra del club el 23 de enero de 2002.
Para poder instaurar la ley de Sociedades Anónimas era necesario ir por el club más grande del país. Luego de la quiebra, que a la vez sirvió como aviso para el oscuro panorama que se venían a los demás clubes, Colo Colo fue el primer equipo chileno en privatizarse, por ende, el primer equipo en que la administración del club y todos sus bienes, así como sus ramas deportivas, quedaban en manos de una Sociedad Anónima. Hecho que iría en escalada con los demás clubes del territorio nacional.
Cabe destacar algunos aspectos del contexto de aquella época, es decir, entre la quiebra de Colo Colo en 2002 y la promulgación de la ley 20.019 en 2005, a nivel administrativo, tanto gubernamentalmente como en lo relacionado a la Asociación Nacional de Futbol Profesional (ANFP). En primer lugar, la moción parlamentaria que gatilló el proyecto de ley de SADP fue presentada por el actual presidente de Chile, Sebastián Piñera (en ese momento RN), quién entre los años 2006 y comienzos del 2010 fue accionista mayoritario de Blanco y Negro S.A. (Sociedad Anónima que administra desde el 2005 a Colo Colo), además de la indicación sustitutiva a dicha iniciativa presentada por Carlos Ominami (en ese momento PS), Jorge Pizarro (DC) e Ignacio Pérez (RN). Como se puede apreciar, el proyecto contaba con un apoyo transversal de toda la clase política. En la presidencia del gobierno se encontraba Ricardo Lagos, quien privatizó todo cuanto pudo y el fútbol no quedó ajeno. Mientras que en la ANFP el cargo de Presidente lo ocupaba Reinaldo Sánchez Olivares, quien junto con Jorge Claro, fueron los gestores del Canal del Fútbol (CDF) en 2003, empresa que actualmente tiene contratos millonarios con las SADP a cargo de los equipos de fútbol chilenos.
Entre los fundamentos de la iniciativa, registrados en la historia de la ley elaborada por la Biblioteca del Congreso, se da cuenta de algunas “promesas” que debían cumplirse. Se hablaba de que el modelo de Sociedades Anónimas Deportivas aseguraría una administración eficiente, mayor control interno y fiscalización externa y responsabilidad jurídica y financiera de los clubes deportivos. Además, debía asegurar más recursos a las forzadamente alicaídas arcas de los clubes, para así obviamente justificar su existencia. Pero lamentablemente no fue tan así y la administración de las concesionarias que se hicieron cargo de los clubes deportivos deja mucho que desear.
Durante el año 2015, 23 de los 26 equipos profesionales que rindieron memoria anual ante la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) presentaron pérdidas en sus estados financieros. Sumando una deuda mayor a los 17.500 millones de pesos, entre los 26 clubes profesionales inscritos en ese año. Las empresas a cargo de las concesiones de los clubes más populares de Chile, Blanco y Negro S.A. (Colo Colo) y Azul Azul S.A. (Universidad de Chile) no quedaron ajenas a los números negativos, presentando pérdidas sobre los 2.000 millones durante el mismo periodo. Eso en materias referidas a la responsabilidad financiera con los clubes.
En cuanto al mayor control interno y fiscalización externa, basta con analizar el caso de Deportes Concepción. Equipo administrado por privados desde el 2006, luego de cumplir un año de castigo impuesto por la ANFP. Después de múltiples castigos por culpa de una mala administración del club entre los años 2006 y 2010 el equipo penquista celebró un nuevo contrato de administración, esta vez en manos de Fuerza Garra y Corazón S.A.D.P. Para el 2015 el equipo no presentaba resultados financieros desde 2011. Con respecto al control interno, resulta incompresible que Deportes Concepción, receptor de préstamos irregulares durante la dirigencia de la ANFP de Sergio Jadue (involucrado en casos de corrupción de la FIFA), haya sido desafiliado del fútbol profesional, en 2016, por tener deudas de 1.800 millones de pesos. Evidentemente existió una “administración eficiente y mayor control interno” que deja lugar a dudas.
El caso de Deportes Concepción nos lleva al siguiente punto: responsabilidad jurídica y financiera de los clubes deportivos. Sin lugar a duda, la desafiliación fue a causa de un mal manejo dirigencial, y no hay que ser un experto en economía o administración para darse cuenta. Sin embargo, la sanción no fue aplicada ni a la concesionaria a cargo del club ni a sus dirigentes. El castigo fue destinado al hincha, siendo la sanción aplicada al club deportivo. Lógica difícil de entender. Cuando el club es administrado por sus socios e hinchas y se da cuenta de un mal manejo (como la deuda de 50 millones de Colo Colo que suscitó la quiebra del club), se le quita la administración para ser entregada a una concesionaria. Cuando la empresa que concesiona al club tiene un mal manejo (deudas que superan los 1.800 millones) se castiga al club deportivo y se deja a los responsables sin castigo alguno, desafiliando al equipo del profesionalismo y jugando con la pasión de miles de personas.
Afirmar que el modelo de Sociedades Anónimas asegura al fútbol chileno más recursos también sería una falacia. La mayor tajada de los ingresos que presentan los clubes no responde a una buena administración de las concesionarias, sino que se originan de la repartición de las utilidades del CDF. En 2014, el diario El Mercurio informó que este ingreso representaba un 32% de los ingresos totales de los clubes chilenos, en promedio (en algunos casos esta cifra superaba el 50% del total de ingresos del equipo). No comparten la misma suerte materias que si están en manos de la administración de la concesionaria, como lo son el traspaso de jugadores y la inversión en infraestructura. En lo referido a esta última, durante los años 2006 y 2016, la gran mayoría del dinero invertido en infraestructura provenía de dinero fiscal, habiendo excepciones como lo son el Centro Deportivo Azul (Universidad de Chile) y el Monasterio Celeste (Club Deportivo O’Higgins).
Entonces, si no se han cumplido las “promesas” que fundamentaron el proyecto de SADP que se convertiría en ley, ¿Qué han hecho las Sociedades Anónimas con los equipos de fútbol chilenos?
La gran diferencia entre las antiguas Corporaciones de Derecho Privado sin fines de lucro, administradas por hinchas y socios que se hacían cargo de cada club, y las Sociedades Anónimas Deportivas, es el vínculo y la identidad con cada equipo y su historia. Esto es evidentemente notorio, pareciera que quienes administran actualmente los clubes no son, efectivamente, hinchas o genuinos amantes del fútbol, si no que más bien en las S.A. los integrantes ven más que nada una oportunidad de hacer negocio y engordar sus bolsillos de dinero.
Tal es el caso de Unión La Calera, que este año 2019, sufrió cambios drásticos en el escudo del equipo por parte de la S.A., pasando a llevar la historia del club y sin consultarlo previamente con su hinchada. Así mismo ha ocurrido con la vestimenta de la mayoría de los equipos de primera división en Chile, donde las S.A. firman contratos millonarios con marcas transnacionales que poco y nada saben sobre el club que van a vestir y muchas veces no respetan los colores que tradicionalmente han utilizado los clubes al salir a la cancha.
Un caso aberrante, que es claro ejemplo del daño que hacen las SADP al fútbol, a los clubes, a la hinchada y al deporte en general, es lo ocurrido con el sponsor del Club Deportivo O’Higgins, McDonald’s. En primer lugar, es inexplicable el uso de publicidad de una cadena de comida rápida, culpable de obesidad infantil y adulta en muchos países del mundo, en una camiseta de fútbol; claramente deporte y comida chatarra no van de la mano. Pero eso no es todo, aparte de la imagen publicitaria y a raíz de ésta, en un partido válido por la primera fecha del Campeonato Nacional de 2019, el equipo rancagüino saltó al terreno de juego con su camiseta de visitante, de color rosado y con una numeración que llamó la atención del público, los números presentes en la parte trasera de la camiseta estaban hechos con dibujos de papas fritas. Hecho que además no cumple con el artículo 36 de las bases del Campeonato Nacional, al ser números ilegibles por el equipo arbitral, televisión y público.
Lo anteriormente expuesto, sumado al aumento transversal del valor de las entradas para cada partido, llegando a alcanzar precios de $10.000 en sectores de Galería visita para partidos de baja convocatoria. Además de la reducción del aforo permitido por partido (capacidad de público). Así como la implementación de medidas denigratorias hacia el hincha, como la ley estadio seguro y la ley de violencia en los estadios, que apuestan por prohibiciones burdas (banderas, bombos, lienzos) y aplican castigos, muchas veces arbitrarios, como privar del acceso a cualquier recinto deportivo del país, a veces de por vida, a quienes no cumplen con sus nefastas condiciones. Son reflejo de querer hacer del fútbol un show altamente televisado, con un público casi al nivel de los asistentes al cine o al tenis (negando el inmenso arraigo popular de este deporte), que sirva como vitrina para las grandes marcas del mundo, ocultando y criminalizando lo que muchos llaman “el folklore del fútbol” y la fiesta que el deporte rey genera en los países latinoamericanos, tal como pasó con la copa Libertadores de América 2018, que lejos de hacerle honores a su nombre, se vio arroyada por el fútbol de mercado al que aspira la CONMEBOL, trasladando la final de dicho certamen a España, una vergüenza.
Hoy en día podemos ver la obra de estos señores que vieron en el fútbol una oportunidad de llenar sus arcas de dinero, sin importar la pasión que este deporte genera en millones de personas, entregando la administración de los clubes a empresas, cambiando los dorsales de las camisetas por dibujos de papas fritas, poniendo el nombre de una marca en cada torneo oficial (Campeonato Scotiabank 2018, Campeonato Nacional AFP PlanVital 2019, por nombrar algunos), alzando el precio de las entradas a niveles casi inaccesibles para una persona que recibe el sueldo mínimo de este país y queriendo hacer del deporte más popular un espectáculo hecho por y para las elites.



Marcelo Carrasco Ortiz
Pedagogía en Historia y Geografía
Universidad de Playa Ancha
2019, febrero